Los lazos que nos unen a la Universidad de Buenos Aires con el Museo Roca son diversos. Por empezar, el fundador del Museo, José Arce, fue un reconocido médico cirujano graduado en la UBA que ejerció como profesor y ocupó cargos importantes en la Facultad de Medicina. Pero no solo eso, Arce fue también miembro del Consejo Superior en dos ocasiones y Rector de la UBA entre 1922 y 1926. Hoy, a 200 años de su fundación, recordamos su historia.
(Edicto de creación de la Universidad de Buenos Aires, firmado el 9 de agosto de 1821).
Fundación de la UBA
El 12 de agosto de 1821, a las cuatro de la tarde, se realizó el acto solemne de creación de la Universidad de Buenos Aires. Se llevó a cabo en la Iglesia de San Ignacio de Loyola y contó con la presencia de personajes encumbrados de la sociedad porteña y del gobernador de la provincia, Martín Rodríguez. Pero el gran impulsor de la Universidad fue el presbítero Antonio Sáenz, quien sería además su primer rector.
En sus inicios, la UBA buscó un perfil moderno y utilitarista que la diferenciaba de la Universidad de Córdoba. Se conformó a partir de la reunión de una serie de instituciones que ya existían en la Ciudad y que se dedicaban a diversas disciplinas, como el Protomedicato, la Academia de Jurisprudencia, las escuelas de Dibujo y Náutica y la Academia de Matemáticas y Arte Militar. Esa sinergia se transformó en la UBA.

(Hall central de la Universidad de Derecho de la UBA).
Las transformaciones de los 80
Más adelante se destacó la gestión como rector de Juan María Gutiérrez, entre 1861 a 1874. El polifacético escritor, estadista e historiador elevó el nivel profesional de la Universidad. Pero fue en la década de 1880 cuando se produjeron las primeras grandes transformaciones. La institución fue nacionalizada y en 1885 su rector y senador nacional, Nicolás Avellaneda, impulsó la ley que crearía las bases jurídicas de su funcionamiento. Se trataba de un marco legal que reconocía la autonomía universitaria pero que a la vez permitía una intromisión directa del poder ejecutivo en varios sentidos.
Por esos tiempos se registraban las primeras egresadas mujeres. En 1885, Élida Passo concluyó con éxito sus estudios en Farmacia; cuatro años más tarde, Cecilia Grierson hizo lo propio con el doctorado en Medicina. Sin embargo, eran excepciones a la regla que marcaba una notoria desigualdad en la matriculación, con abrumador predominio masculino. La universidad reflejaba también las diferencias de género de la sociedad de la época.