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Museo Roca - Instituto de Investigaciones Históricas

Fortineras, ¿quiénes fueron las mujeres que habitaron los fortines?

Las fortineras eran las mujeres que compartían la vida del fortín o los fuertes para acompañar a sus esposos soldados o por pertenecer a la milicia. Te contamos algunos casos emblemáticos de mujeres que vivieron en la frontera pampeano-patagónica.

Un hecho poco conocido en la historia de las fronteras es la presencia de las mujeres en los fortines. El ejército las llevaba consigo, al igual que ocurría con otras expediciones civiles o militares. Las mujeres compartían la vida del fortín, ya sea por acompañar a sus esposos soldados o por pertenecer a la milicia. Eran conocidas como “fortineras” y algunas de ellas secundaban a aquellos soldados que debían ir a vivir a las fronteras padeciendo a la par las penurias que allí se pasaba, como el frío y el hambre.


(Museo “Casa de la última fortinera”, en Carhué. Allí vivió Domiciana Correa, una fortinera partera y curandera).

Las mujeres en los fortines

En los fortines se las consideraba imprescindibles. Además de las mencionadas, fueron llegando mujeres del interior del país, mulatas de Buenos Aires o indias de tribus vencidas. En sus memorias, el comandante Manuel Prado contaba que luego de una batida a un campamento indígena, el jefe militar les preguntó a las mujeres si querían vivir con el ejército y ninguna se rehusó. No sabemos si tenían alternativa. Así, se iban incorporando los contingentes sociales a los fuertes y fortines.


Las funciones de las mujeres eran diversas: cocinar, arrear las caballadas, lavar la ropa y cuidar de los niños nacidos en los fortines. Asimismo, en ocasiones hicieron lo posible por alivianar a los enfermos o heridos con el conocimiento que tenían sobre hierbas curativas o a través de la “cura de palabra”. Entre estas estaba: La “mamá Culepina”, araucana de Chile; la “mamá Catalina”, cuyana, esposa de un soldado; la “vieja Pilar” compañera de un cabo. Atendían partos, curaban con yuyos, ungüentos, tisanas y paños calientes.


(Retrato de la fortinera Domiciana Correa).

En muchos casos pelearon a la par de los “milicos”, como les decían a los hombres. Para dar algunos ejemplos, podemos mencionar a “Mamá Carmen”, quien llegó al título de Sargento Mayor. Dio defensa al Fuerte Paz (actual partido de 9 de julio) atacado por un malón indígena cuando se encontraba ausente de hombres.

Asimismo, como otro ejemplo de valentía femenina, encontramos a Carmen Funes, conocida como “La Pasto Verde”, cuyo apodo le fue otorgado por su gran belleza. Participó activamente en la Guerra del Paraguay y en las fundaciones de Carhué, Trenque Lauquen y Puán. Su tumba yace en Neuquén y fue declarada como Lugar Histórico Nacional bajo la ley nº 12.665.


(Tumba de la fortinera Carmen Funes, conocida como “La Pasto Verde”).


En Carhué, vivió Domiciana Correa, quien llegó al fortín junto a su esposo, el sargento Antonio Contreras. Residió en un ranchito levantado al lado del paredón del fortín. Fue partera y curandera y allí vivió hasta el momento de su muerte a los 103 años. Su casa se convirtió en el museo “Casa de la última fortinera”, donde una de las habitaciones se encarga de contar la importancia de las mujeres en los fortines. También, en Plaza Huincul, Neuquén, encontramos el Museo Municipal Carmen Funes cuyo nombre hace honor a La Pasto Verde.

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