Pasar al contenido principal
Museo Roca - Instituto de Investigaciones Históricas

Sus orígenes

Entre la barranca, la Iglesia y el río

    Luego de la segunda fundación de Buenos Aires en 1580, estas tierras fueron asignadas a Rodrigo Ortiz de Zárate, quien formaba parte de la hueste de conquistadores provenientes de Asunción del Paraguay. 

   El barrio fue inicialmente un enclave rural en las afueras de Buenos Aires, situado a la vera de uno de los caminos de entrada a la ciudad, cercano al Río de la Plata. Se destacaba por su paisaje atractivo, que permitía disfrutar de la vista de la barranca natural, la costa y el río.

   A comienzos del siglo XVIII, mientras Buenos Aires iniciaba un proceso de expansión, la Orden de los Recoletos comenzó a erigir en este lugar su convento e iglesia. Destinó entonces un predio para el camposanto, donde se daría sagrado entierro a los difuntos, de acuerdo al credo católico. El primer gran cambio introducido en la zona fue obra de Rivadavia. A comienzos de la década de 1820 impulsó una serie de reformas políticas, eclesiásticas y urbanísticas, entre las cuales reglamentó el funcionamiento del cementerio, poniéndolo bajo la órbita del Estado de Buenos Aires y limitando significativamente la intervención de la Iglesia en su administración. 

 Recoleta1844

   En julio de 1822 el Gobierno convirtió al antiguo camposanto de los recoletos en el Cementerio del Norte, el único de la ciudad hasta la creación del de La Chacarita, que surgió durante la epidemia de fiebre amarilla de 1871. El primero pasó a llamarse “Cementerio de la Recoleta” a partir de 1949.

   La llamada Generación del ‘80 llevó adelante un importante proyecto de modernización de la ciudad, que supuso también la urbanización de La Recoleta. Además, luego de la epidemia de fiebre amarilla, las familias de elites abandonaron el sur de la ciudad, donde estaba el foco de la enfermedad y se trasladaron al norte. Sobre la “calle larga” del antiguo camposanto de los recoletos y las antiguas quintas, se construyeron lujosas mansiones. El cementerio tuvo su pórtico monumental y el antiguo convento y la iglesia vieron surgir a su alrededor los grandes parques trazados por el paisajista Carlos Thays.

   La Iglesia del Pilar fue diseñada por Andrea Bianchi, arquitecto jesuita formado en Roma, e inaugurada en 1732. Blanca, barroca y artística, dentro de la modestia del Buenos Aires antiguo, es hoy una de las postales más significativas de la ciudad. Sus recintos, el Cementerio y los parques circundantes nos llevan del presente a una historia que lleva ya varios siglos.

Recoleta 1923