En el siglo XIX la fotografía era considerada una prueba indiscutible de la realidad, un retrato objetivo y científico. Al ser parte del avance tecnológico de la época, este recurso contenía el ideal de progreso de los representantes del Estado, como las estaciones telegráficas o los diversos medios de transporte. Entre ellos, los barcos a vapor, que gracias a las novedosas cámaras fotográficas pudieron ser retratadas.
La arqueóloga Mónica Grosso nos cuenta que la navegación era un importante medio para fomentar la actividad productiva y comercial ya que proveía la llegada de maquinarias, equipamientos, ganado y bienes de consumo. Asimismo, un sustancial transporte de personas y despachante de la producción agropecuaria local. Es así que siempre era muy ansiada la llegada de los buques.
La Escuadra de Sarmiento
Hacia finales del siglo XIX, Argentina poseía buques que formaban parte de la denominada “Escuadra de Sarmiento”. Es decir, un conjunto de barcos incorporados durante la presidencia de Sarmiento con el objetivo de modernizar la Armada Argentina y hacerla más operativa. Estos barcos habían sido construidos principalmente en astilleros ingleses.
Entre los buques protagonistas de la época encontramos al famoso vapor Villarino, conocido por repatriar los restos del Gral. San Martín en mayo de 1880. También se contaban entre otros el 1º de Mayo, el Azopardo, el Acorazado Constitución y los vapores Río Negro y Río Neuquén. Como indicamos, todos pertenecían a la Armada.