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Museo Roca - Instituto de Investigaciones Históricas

Museos re-inventados en un mundo con pandemia

En el Día Internacional de los Museos, y después de más de un año de pandemia, desde el Museo Roca reflexionamos sobre los efectos positivos que surgieron desde el inicio del Covid 19.

Los Museos padecieron la pandemia. Todos/as padecimos la pandemia. Descontando ciertas y puntuales actividades económicas, el COVID 19 generó problemas y perjuicios en todos los órdenes de la vida de la población mundial. Esta verdad, repetida a diario, nos deja en un punto de pesimismo del que puede ser difícil salir. Sin embargo, en las líneas que siguen trataremos de reflexionar acerca de ciertos aprendizajes que nos van quedando luego de tantos meses de restricciones, cuarentenas, cierres, marchas y contramarchas. De ellos podemos quizás tomar un signo positivo luego del desconcierto que produjo el COVID para transitar el presente y pensar el futuro.

El detrás de escena del covid 19

Comenzando con el “detrás de escena”, quienes trabajamos en museos sabemos que los últimos tiempos fueron inéditos e impensados. Los procesos de trabajo tuvieron que modificarse en forma abrupta y todos/as los/as trabajadores/as se enfrentaron al desafío de realizar en forma remota sus tareas habituales y otras tantas nuevas, con las dificultades que ello supuso. De este modo, luego de un período inicial complejo, las habituales reuniones virtuales, el uso de plataformas nuevas y la recreación de nuevas formas de trabajo de equipo a distancia, se instalaron y propiciaron las herramientas necesarias para llevar adelante las transformaciones que necesitaban los museos hacia públicos y comunidades.


(Foto: uno de los encuentros realizados en la terraza del Museo Roca, un espacio de interacción nuevo que surgió a partir de la pandemia).


En este sentido, el cambio más visible estuvo dado por las nuevas propuestas que los Museos pusieron en escena en un tiempo muy corto, que surgió de la pronta adaptación a una coyuntura inédita. En aquellos museos, como en el Roca, donde la oferta de contenidos virtuales era muy escasa, surgieron propuestas novedosas y creativas, sin planes ni diagramaciones previas. Recorridos y actividades virtuales, entrevistas y conferencias digitales, encuentros sincrónicos, contenidos audiovisuales, publicaciones en medios de prensa y propuestas participativas para diversos públicos, demostraron la capacidad de reconversión, la plasticidad y la imaginación de los/as trabajadores/as de los Museos.

La respuesta de los públicos fue muy interesante. Explorando y conociendo al comienzo para luego pasar a participar cada vez más activamente. La sorpresa en muchos casos se dio por la “llegada” al Museo de públicos remotos. Desde múltiples regiones del país pero también desde el exterior, empezaron a conectarse a las actividades personas que sin moverse de sus casas empezaron a “ir” a los museos. De este modo, aprendimos que un paso significativo hacia una mayor democratización de los contenidos hacia una federalización de la cultura quizás no estaba tan lejos ni era tan costoso como pensábamos. Estas cuestiones son fundamentales, especialmente en los museos nacionales que, al menos por definición, exceden los escenarios territoriales. En un ejercicio paradójico, los museos cerraron pero se abrieron a nuevas propuestas y a nuevos públicos.


(Foto: Durante el festejo de cumpleaños número 65, Julio Argentino Roca posó junto a su familia en la Estancia La Paz, anticipándose a las reuniones con distancia social allá por 1908).

Virtualidad, reflexión y fraternidad

Antes de terminar estas reflexiones no queremos dejar de destacar que la pandemia fortaleció la dimensión humana en los grupos internos de los museos, generando un acompañamiento mutuo ante los cambios y diversas circunstancias difíciles. Asimismo, muchos museos de Historia se plantearon como espacios sensibles al debate ante los interrogantes del presente. Demostraron así la necesidad y pertinencia de conectar el pasado con el presente, así como de involucrarse en el debate contemporáneo, en una línea en la que seguramente hay un largo camino por recorrer y profundizar.

La cultura, en general, y no solo los museos, ha tomado lugar en estas vertiginosas transformaciones y está llamada a seguir reflexionando críticamente en torno a esta época difícil, en el presente y hacia el futuro. Se trata de expresar los sentimientos y las reflexiones diversas en las artes y el conocimiento. De expresar la época que atravesamos para también pensarla, producirla y construirla. El futuro cercano de una sociedad postpandemia nos va a encontrar y reencontrar. Para entonces nos parece que va a ser clave una de las premisas que nos legó, como marca de acción política, la Revolución Francesa, en la apertura de la modernidad: la FRATERNIDAD.

Hoy en día, cuando las discusiones políticas y cotidianas se vuelven ríspidas e intolerantes y a pesar de ello parecen considerar a la libertad o a la igualdad como los únicos y principales puntos de referencia, creemos que el camino posible para trazar un sendero de bienestar y progreso en todos los órdenes va a tener que ceder un espacio a la contemporización, el respeto y a la voluntad expresa de construir un futuro entre todos/as. Todos/as diferentes y distintos, con diversas ideas económicas, políticas y culturales pero unidos en la voluntad de reconstruir la sociedad postpandemia hacia un futuro mejor.

Para ello habrá entonces que pensar ante todo en la FRATERNIDAD como punto de partida. El aporte del mundo cultural va a ser central para pensar el pasado y el presente y para proyectar un futuro en esa dirección, sumando asimismo los aprendizajes que nos trajo este nuevo escenario. Los museos, seguramente, estarán a la altura de reclamar un espacio en este debate.