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Museo Roca - Instituto de Investigaciones Históricas

Quién fue Juana Rouco Buela, figura central del anarquismo feminista

“Voy a relatarles mi vida para que se pueda conocer mi actuación desde niña, en procura de la verdad, del amor y de la igualdad social de todos los seres de la Tierra. Quién fue Juana Rouco Buela, una de las más destacadas inmigrantes anarquistas de principios del siglo XX.” Juana Rouco Buela, Historia de un ideal vivido por una mujer, 1964.

Juana Rouco Buela fue una inmigrante española y obrera textil, símbolo de la lucha por la emancipación de la mujer trabajadora y figura central del anarquismo rioplatense. 

Nació el 19 de abril de 1889 en Madrid y quedó huérfana de padre a los cuatro años de edad. Su madre quedó sola como único sostén al frente del hogar. La difícil situación en la que quedó su familia fue determinante en la decisión de seguir el camino de la emigración. Como sucedía con muchos otros inmigrantes, las redes familiares tuvieron un rol clave en el destino de Juana y su familia. Una tía suya que se encontraba instalada en Buenos Aires, acogió a su hermano como una manera de alivianar la carga económica que implicaba para su madre el sustento de ambos hijos. Poco tiempo después, esta misma tía facilitaría los pasajes para que Juana y su madre se trasladasen hacia la Argentina. 

Llegaron al puerto de Buenos Aires el 24 de julio de 1900. Para entonces Juana contaba con once años y apenas sabía escribir su nombre. De muy niña y como solía ocurrir a principios de siglo XX, comenzó a trabajar en una fábrica textil. 

En sus memorias, Juana relata que su hermano – diez años mayor que ella -  se había dedicado al estudio de los problemas sociales y ella solía acompañarlo a asambleas y reuniones obreras. Las ideas anarquistas calaron hondo en el espíritu de Juana que enseguida quiso conocer todo lo que se hacía y se discutía a su alrededor. Para ello, se propuso aprender a leer y a escribir, como una forma de vencer las barreras de acceso al conocimiento de las ideas políticas de su época.

Su compromiso político no tardó en llegar. En 1904, con 15 años y por su actividad sindical como obrera textil, participó como oradora en el mítin del 1° de mayo organizado por la Federación Obrera Regional Argentina (FORA) y el Partido Socialista. Este acto fue reprimido ferozmente por las fuerzas policiales, cobrándose la vida del joven marinero Juan Ocampo. 

En 1907, junto con Virginia Bolten, María Collazo y Teresa Caporaletti, organizó el Centro Femenino Anarquista, que pretendía ser un espacio para la divulgación del ideario ácrata entre las obreras y las mujeres del pueblo. Ese mismo año, intervino activamente en la histórica “huelga de los inquilinos”, una protesta contra las subas de alquiler y por mejoras en las condiciones habitacionales. En esta huelga Juana se destacó por su capacidad organizativa y por una tempestuosa oratoria, que consiguieron movilizar a la mayoría de los conventillos de Buenos Aires. La protesta, que contó con la adhesión de miles de personas, en su mayoría mujeres de la clase obrera, fue ferozmente aplastada por la policía. Su militancia le valió la deportación de la Argentina a los 18 años, puesto que estaba en vigencia la Ley de Residencia (Nª 4144, de 1902) que permitía expulsar extranjeros cuya conducta comprometiera la “seguridad nacional”. Esta sería la primera de una seguidilla de persecuciones que sufriría a lo largo de su vida. 

Tras una corta estancia en España y Suiza – donde no dejó de vincularse con referentes del anarquismo -, regresó a Sudamérica pero, esta vez, se instaló en Montevideo. Desde allí, desarrolló una fuerte actividad propagandística y junto con sus compañeras Bolten y Collazo participó de la creación del periódico La Nueva Senda. Tanto La Nueva Senda, como la misma Rouco, participaron activamente en las manifestaciones de octubre de 1909 en repudio del fusilamiento en Barcelona del educador español Francisco Ferrer. Las persecuciones aumentaron a la par de su actividad política. Retornó disfrazada a la Argentina para seguir militando por la causa anarquista y tras una nueva redada policial durante una huelga organizada por la FORA, fue detenida y extraditada a Montevideo. Luego de permanecer un año en prisión, obtuvo la libertad bajo fianza y continuó su militancia ininterrumpidamente en el Uruguay hasta 1914. Un viaje interrumpido a París la obligó a instalarse en Río de Janeiro donde vivió hasta 1917 cuando volvió definitivamente a la Argentina. 

En su retorno a Buenos Aires continuó con su activismo a través de las páginas del quincenario anarquista Nuestra Tribuna, escrito por y para mujeres y que dirigió entre 1922 y 1925. Participó también del Congreso internacional femenino de 1928. 

“Hermanitas, todos los minutos, todas las horas, todos los días, las veo sumisas y esclavas. Humilladas. Y yo quisiera verlas hurañas, rebeldes, anarquistas, cantoras de sus rabias, comentando su dolor, descriptoras de sus ensueños. Pongan sus protestas bajo el ala de la anarquía y marchen a conquistar la vida que les pertenece, que es suya, porque la han soñado bella, poética y amorosa.”

El golpe de Estado del General Uriburu 1930 supuso un momento de inflexión para los grupos anarquistas y para la propia Juana, que quedó sola al cuidado de sus hijos al ser abandonada por su compañero, ex anarquista devenido en radical. Sin embargo, frente al estallido de la guerra civil española, no tardó en poner en marcha un comité feminista en apoyo a la causa republicana. 

Su autobiografía publicada en 1964, Historia de un ideal vivido por una mujer, relata no sólo su vida y su lucha, sino, también, la historia de las mujeres anarquistas. Es uno de los primeros libros anarquistas escritos por una mujer. Allí, Juana dejó plasmado que, en su actividad política pudo demostrar que “la capacidad de la mujer es exactamente igual a la del hombre y sólo le falta ejercicio y estímulo, ya que siempre se la ha ido colocando en un plano inferior de condiciones, haciendo abstracción de sus conocimientos y opiniones”. 

Tras una vida dedicada a la militancia anarquista y a la lucha por la emancipación de la mujer, falleció en Buenos Aires, el 31 de octubre de 1969, a los 80 años de edad.  

El caso de Juana constituye un ejemplo paradigmático del fenómeno migratorio conocido como “La Gran Inmigración”, indispensable a la hora de entender el entramado social, cultural y político de la Argentina de principios del siglo XX. 

Si te interesan otras historias de vida como esta, no dejes de participar de la visita guiada Mujeres viajeras. 

Para leer más te recomendamos:

BELLUCCI, MABEL. Anarquismo y feminismo. El movimiento de mujeres anarquistas con sus logros y desafíos hacia principios de siglo, Buenos Aires, 1989.