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Museo Roca - Instituto de Investigaciones Históricas

La Recoleta gitana

La presencia de la comunidad gitana o “Rrom” en nuestro país se remonta por lo menos a la década de 1890.

   En la actualidad se estima que habitan nuestro territorio cerca de 300.000 personas gitanas. Sin embargo, pareciera que fueran una comunidad de inmigración más reciente, ya que no suelen hablar la lengua castellana. 

   Los gitanos son un pueblo que mantiene muy viva su idiosincrasia cultural. Sostienen aspectos centrales de su cultura. Uno de ellos es la oralidad, son un pueblo de tradición ágrafa; muchos son nómades, no viven en lugares fijos y son endogámicos, los matrimonios se realizan dentro de la comunidad. 

   Estas prácticas, sumadas a los prejuicios y la dicriminación, han dificultado su integración en la  sociedad. En ocasiones, el “gitano” suele relacionarse con hechos delictivos, llevándolo hacia una estigmatización. 

   Según la antropóloga Patricia Galletti,  existe un doble estereotipo del gitano. Por un lado, se lo asocia a un folclore pintoresco a través de la música y la danza. Pero a la vez se lo identifica con la marginalidad y la delincuencia, prejuicios alimentados durante mucho tiempo. 

   El barrio de La Recoleta también tiene su historia gitana. El escritor Jorge Nedich, perteneciente a esta comunidad, explica que en los años sesenta, por reformas orientadas al aprovechamiento turístico de la zona, se expulsó violentamente a los gitanos que allí vivían. En el predio donde vivían se construyó el Paseo de la Recoleta, donde actualmente está el Village Cinema. Era una comunidad bastante numerosa, cuyos miembros vivían conjuntamente. Según el autor, a pesar de que muchos de ellos eran propietarios, de todos modos fueron desalojados. 

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   El mismo suceso ocurrió una década más tarde, con una comunidad que se ubicaba en Córdoba y Jean Jaures, donde luego se construyó la Plaza Monseñor de Andrea. En ambos casos, afirma Nedich, no fueron indemnizados.

   Un ejemplo de los prejuicios en torno a esta comunidad es el recuerdo de algunas vecinas que viven en el barrio hace muchas décadas. Ellas cuentan que sus madres y abuelas cruzaban la vereda con temor al pasar por el lugar que habitaban los gitanos. Pero también muchos aún rememoran sus vestimentas, las mujeres con sus largas y coloridas polleras, su música tan característica, los lugares donde se solían reunir para comer.

   Un antiguo residente del barrio recuerda que entre el cementerio y el shopping antes había una calle más ancha, donde los fines de semana, los gitanos hacían feria. Allí mismo, justo en las escalinatas del centro comercial se encontraba un mercado gestionado por gitanos.

   El Museo Roca coloca esta pieza del gran rompecabezas barrial, afirmando con este gesto la actividad siempre necesaria de hacer memoria. Esta vez recordamos a aquellos vecinos gitanos que alguna vez fueron parte de la vida y de la estética barrial, otorgándole su singular color.  


Si desean saber más sobre la comunidad gitana en la Argentina, les recomendamos leer El aliento negro de los romanies de Jorge Nedich.

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